El retrato ceremonial de los embajadores franceses Jean de Danteville y Georges de Selva es una de las pinturas más grandes y magníficas de Hans Holbein el Joven, creada durante el apogeo de su trabajo. Los retratos dobles fueron populares entre los artistas alemanes del Renacimiento del Norte desde finales del siglo XV. Pero para Holbein este lienzo es más la excepción.
Diplomáticos de Francia están representados en un crecimiento natural y rodeados de lujosos accesorios. En el estudio hay abundantes telas ricas, numerosos objetos y detalles que enfatizan el intelecto de estas personas jóvenes y enérgicas, su carácter, sus gustos e inclinaciones. Posturas no forzadas, sin gestos fantasiosos, enfatizan la dignidad.
Jean de Danteville y su amigo eran los jefes de la embajada francesa en Inglaterra. Georges de Selva, obispo de Lavur, de 24 años, no solo era diplomático, sino también un erudito, un gran amante de la música.
Holbein retrató a dos personas, iguales en su posición social. En aquellos días, se le dio gran importancia. El artista resolvió este problema organizando simétricamente las figuras de los embajadores en relación con el centro de la composición. Además, no se miran entre sí, no se ponen en contacto, sino que posan para el espectador, dirigiéndolo con ojos perspicaces.
Y si intenta dividir la imagen en dos, obtiene dos retratos iguales e independientes.
Lo único que interconecta a los modelos es el color de la imagen: un exquisito esquema de colores, incluidos los tonos verde oscuro, negro, rosa y marrón oscuro. La ropa rica, el pelo precioso y el terciopelo no se suprimen con su lujo, en esta imagen nada dice sobre el alto costo de los objetos, sino solo sobre su propósito, son atributos de las ciencias y las artes, y no la riqueza como tal. La educación de los diplomáticos también se destaca por los tocados de graduados de las universidades europeas.
La imagen fue encargada por los propios diplomáticos. Los enviados vestidos con ropas ceremoniales con calma y con confianza miran al espectador. Holbein no se adentra en el mundo interior de sus modelos: parecen estar cerrados, restringidos, como corresponde a los aristócratas en la corte del rey.
Sin embargo, el artista nos muestra aristócratas nobles educados con diversos intereses, donde el clérigo está interesado en las ciencias seculares, los dispositivos astronómicos y geográficos. El globo terráqueo, los instrumentos musicales, un libro de texto abierto de matemáticas subrayan la familiaridad de estas personas jóvenes y altamente educadas con las ideas humanísticas del Renacimiento.