Esta pintura es una de las imágenes barrocas típicas de los santos, en una variedad escrita por el artista durante su vida. Pero el lienzo es un poco sorprendente con su interpretación de la historia bíblica habitual. La mayoría de las veces, la Inmaculada Concepción apareció ante el público en forma de Anunciación: la aparición de un ángel a la Virgen María con la noticia de que estaba destinada a dar a luz al Salvador.
En la misma imagen, la escena se parece más a otra famosa trama: la Ascensión de la Virgen. La figura de la Virgen María se coloca en el centro de la composición y está rodeada por todos lados por una multitud de figuras infantiles desnudas, angel-putti, tan queridas por las pinturas de la época barroca. Nuestra Señora se inclina contra la luna creciente, un símbolo de su divina esencia e inocencia, un signo de la Reina celestial.
La Virgen María está vestida con un largo vestido blanco como la nieve sin decoración, sobre el cual se arroja asimétricamente una capa azul marino, bellamente envuelta alrededor de su cuerpo. Las manos se cruzan en un pecho, y los ojos se alzan, la persona expresa tanto temor ante la voluntad de Dios como un presentimiento de sufrimientos futuros. Su cabeza está rodeada de resplandor.
La figura de la Madre de Dios se destaca no solo en la composición, sino también con la ayuda de la luz y el color.
Detrás de la Virgen María, el color se vuelve rojizo, lo que resalta favorablemente su figura, como si la hiciera brillar. A lo largo de los bordes de la imagen, en la dirección diagonal, el fondo se vuelve oscuro, adquiere sombras profundas y frías. Esta técnica le permite dar aún más movimiento y expresividad de la imagen.