Adrian van der Werff, uno de los pintores holandeses más famosos de su época, se hizo famoso por sus lienzos sobre temas antiguos. Sus imágenes imbuidas de sutil erotismo fueron un gran éxito entre los aristócratas europeos. El artista fue invitado a Heidelberg, a la corte de Johann Wilhelm, Elector del Palatinado, donde fue reconocido y vivió hasta la muerte de este soberano.
La historia de amor de Hércules y Dejanira, tomada de la mitología griega antigua, fue muy popular en el arte clásico de los siglos XVII-XVIII. La valiente belleza Dejanira Hércules se casó con su esposa, a petición de su hermano fallecido, el héroe etolio Meleagro, a quien conoció en el Hades.
Un día, cuando supo que su amante estaba a punto de casarse con otro, y queriendo recordarle su proeza, Dejanira empapó el abrigo con la sangre de un centauro asesinado por Hércules y se lo envió a su esposo. Pero la sangre en la que cayó la bilis de la hidra de Lernia de la flecha del héroe se convirtió en veneno y causó la muerte dolorosa de Hércules. Al enterarse de que mató a su marido, Dejanira se suicidó.
Esta historia trágica fue bien conocida por personas educadas de los siglos XVII-XVIII, se convirtió en la imagen del amor “ideal”.
En la foto de Adrian van der Werff, la trama antigua es solo un pretexto para la representación de una hermosa pareja: el valiente, severo Hércules y el hermoso y tierno Dejanira. El artista centra su atención en la figura femenina, que se destaca por la luz brillante y la cubierta de seda roja sombreada.