Courbet comenzó a pintar en 1849, en un loft cercano en Ornan. El trabajo del artista causó un gran revuelo entre la comunidad local, que cayó en sus héroes: asistieron muchos habitantes de estos lugares: desde el alcalde y el juez de paz hasta familiares y amigos de Courbet.
Pero esta conmoción no pudo compararse con las disputas que surgieron después de que el lienzo se exhibió en el Salón. El desconcierto y el malentendido causaron su tamaño. Acordamos que los funerales rurales ordinarios no deberían ser objeto de un trabajo tan grande.
Uno de los críticos escribió: “El funeral de un campesino puede conmovernos… Pero uno no debería localizar tanto este evento”. Sin embargo, tal “localización” era extremadamente importante para los realistas. Courbet creó una imagen moderna, fácilmente reconocible, capturando en el lienzo de las personas y las realidades de su tiempo. Además, se centró en el proceso del funeral de una persona, y no en sus actos o en el destino de su alma después de la muerte.
Al mismo tiempo, la identidad del difunto aquí permanece anónima, convirtiéndose en una imagen colectiva de la muerte. Esto hace que la imagen sea una versión actualizada de una trama muy popular en la Edad Media, conocida como la Danza de la Muerte.