La pintura mural más notable del norte de Italia, rica en símbolos astrológicos y mitológicos, es el ciclo a gran escala en el Palazzo del Te en Mantua. Fue creado por el pintor romano Giulio Pippi, quien ganó fama bajo el nombre de Giulio Romano. El ciclo fue concebido como una pintura decorativa de un enorme palacio rural, construido según su propio proyecto.
El palacio fue erigido por orden del marqués Federico Gonzaga, quien más tarde fue nombrado el primer duque de Mantua. El palacio toma su nombre del lugar donde se ubica: la isla de Te, que estaba rodeada de lagos y canales que bordean los muros del sur de la Mantua medieval.
Invitado para la pintura de las paredes de Giulio Romano, el duque de Gonzaga esperaba del artista y estudiante romano Rafael un conocimiento especial en el campo del arte clásico. Y luego Dominic Ingres se vio obligado a admitirlo, exclamando: “¡Giulio Romano es la antigüedad misma!” En las pinturas de la residencia suburbana del duque de Mantua, Giulio Romano desata una fantasía inagotable, convirtiendo cada sala en una verdadera sorpresa. El rico mural del salón de los Gigantes representa a los dioses griegos en el Olimpo.
En el centro de la bóveda en el trono abandonado, el águila de Zeus está sentada, y más cerca del espectador, en las nubes, formando un anillo vivo, se eleva a los dioses, liderados por el rayo Zeus. Junto a Zeus se representa a la esposa de Zeus, Hera, la patrona de las mujeres y el matrimonio. A su izquierda está Hades, el hermano de Zeus, el señor del inframundo; Ares con una espada en la mano, el dios de la guerra traicionera y pérfida; Eros, el poderoso dios del amor, es representado como un joven alado con flechas; Afrodita, la diosa del amor y la belleza.
A la derecha, Artemisa sentada sobre un león, la diosa de la caza, patrona de las plantas y los animales; Demeter, la diosa de la fertilidad y la agricultura; Hércules, hijo de Zeus, con un palo en el hombro; Dioniso en la corona, el dios de la vinificación y la fertilidad; Hermes en un sombrero con alas, heraldo de los dioses; Hefesto con un martillo en el hombro, el dios del fuego y la herrería.
En el lado opuesto del arco, frente a Zeus y Hera, están Poseidón con un tridente, el hermano de Zeus, el señor de los mares; Atenea con casco y lanza en mano, la diosa de la sabiduría y la guerra justa; Hestia, la diosa casta del hogar. Los antiguos griegos creían que los dioses habitaban en el Monte Olimpo, el pico más alto de Grecia, donde la tierra converge con el cielo. Llevan una vida similar a la vida de las personas, y desde allí observan a los simples mortales.
La deidad suprema de los griegos era Zeus. Zeus es el soberano y padre de dioses y personas, su nombre significa “cielo brillante”. Habiendo conquistado a su padre Kron, Zeus se convirtió en el único gobernante del Olimpo.
En honor a este evento, el Señor de los Lores, un todopoderoso thunderbird, ordenó cada cuatro años que se realizaran competiciones de culto, y llamó a los Juegos Olímpicos como un símbolo de unidad y mutuo consentimiento del pueblo griego.