A finales del siglo XV, en el arte florentino, paralelamente a la confianza en el estilo clásico, surge una tendencia opuesta y diferente, que se caracteriza por un retorno a la expresión inquieta del arte gótico.
Entre los artistas que siguieron esta tendencia se encontraba Filippino Lippi, un estudiante y seguidor de Sandro Botticelli, en cuyo estudio ingresó a la edad de quince años. No solo el hecho del aprendizaje determinó la similitud del arte del alumno y el maestro, sino también el parentesco de los temperamentos artísticos.
El trabajo maduro de Filippino se caracteriza por la intensidad ansiosa de contenido, las formas dinámicas, las líneas nerviosas y la expresividad emocional del color. Pinceles Filippino Lippi se atribuye a “Retrato de un hombre joven”, anteriormente considerado el trabajo de Botticelli.
La figura del retrato, un dibujo de silueta clara sobre el fondo de formas rectangulares estrictas, está muy cerca del primer plano. Las características pictóricas e imaginativas del joven se caracterizan por el refinamiento, las características del refinamiento espiritual, los rastros sutiles de la vulnerabilidad espiritual y el deseo de proteger su mundo interior. Frente al retrato hay una extraña mezcla de sensualidad y espiritualidad.
Todo esto priva a la imagen de integridad renacentista. La combinación de colores rojo brillante, azul transparente, gris oscuro y marrón subraya la naturaleza dinámica de la vida representada.