La imagen fue creada de manera cubista. A pesar de todas las convenciones inherentes a este estilo, sorprende con su psicología.
La imagen es fácilmente reconocible imagen de retrato de un hombre. La cara se reencarna, pero se siente el carácter energético y la concentración intelectual. Al mismo tiempo, la seriedad se ilumina con detalles irónicos, como los bigotes inteligentes, el sombrero de copa, el frente de la camisa blanca, el cristal y los labios curvos en una sonrisa escéptica.
La solución pictórica elegida por Popova es bastante original: utilizando planos, forma el cuerpo del modelo, y el espacio circundante se prueba con la ayuda de protuberancias. Así, se crea una imagen holística de una persona, se borran las diferencias entre objetividad y aire intangible. En reconocimiento a Popova, su hermano Pavel Popov sirvió como modelo para este lienzo.
El tema de la revista Revue que se distingue en la imagen le da al lienzo un elemento de realidad histórica. La figura 32, ilustrada con colores brillantes, puede compararse con una placa de matrícula adherida a cualquier tema de producción de fábrica, algo así como una marca que compara una obra de arte con “cosas”.
A partir de esta imagen, el artista comenzó la transición al arte no objetivo, en el que no hay diferencia entre la presencia de la forma y la falta de ella. Toda la imagen es inquieta, parece estar “traqueteando” bajo el ojo del espectador y sugiere la inestable y peculiar armonía que reinaba en el alma del artista en el momento de la creación de la imagen.