Gainsborough retrató a la actriz con un vestido moderno con rayas blancas y azules, que llevaba un enorme sombrero con plumas y un agarre de piel en su regazo.
Sarah Siddons pareció mirar brevemente el estudio del artista y se sentó a charlar con él. La cara de la actriz no difería con la sutileza de las características, por el contrario, mientras trabajaba en el retrato, el pintor refunfuñó: “Señora, simplemente no hay un final para su nariz”. Y sin embargo, tenemos un perfil orgulloso, atractivo.
La imagen de la actriz conquista la fuerza interna característica de una persona extraordinaria.