La “Pieta” de Emil Bernard es interesante porque está infinitamente lejos de la comprensión tradicional de la trama iconográfica. Piedad es el lamento de la Virgen María Cristo sacado de la cruz. La trama históricamente proporciona ciertos cánones cuando se materializa tanto en lienzo como en escultura.
Basta recordar la bebida del Vaticano de Miguel Ángel o la obra de Tiziano.
Emil Bernard hizo caso omiso de todas las reglas existentes y presentó la historia bíblica a su manera. El maestro comenzó a pintar el lienzo en 1890, durante su profunda crisis religiosa.
La imagen está escrita en estilística cloisoniana cuando se usan contornos para separar los elementos del patrón de diferentes colores. El artista desarrolló este estilo junto con Louis Anketen tres años antes. Las caras de los héroes atraen la atención sobre sí mismos, delgados y esquemáticos. Se les priva del esquema de santidad, humildad, tradicional para las pinturas religiosas. La pena en los rostros de los que miran y el martirio disfrazado de Jesús se trazan en líneas simples y claras, lejos de la técnica del retrato.
Lo único que indica la santidad de los representados son los halos sobre sus cabezas.
En su obra el artista a las muchas corrientes – simbolismo, impresionismo, arte veneciano y medieval. El trabajo presentado conlleva ciertas características del primitivismo, expresadas en un patrón claro, uso puro del color y la construcción de una composición. Sorprendentemente, rechazando toda experiencia previa, Bernard logró crear su propia Bebida, emocional y apremiante.