IK Aivazovsky, que retrata el elemento del mar, actuó no solo como un talentoso artista, sino también como un cantante de una extraordinaria naturaleza marina. Una de sus pinturas se llama “Paisaje marino” y le llama a una fuerza incomprensible.
En el centro del lienzo – la extensión infinita del mar, convirtiéndose suavemente en el cielo. Los suaves tonos azules se convierten gradualmente en una neblina lila detrás de la cual se pueden distinguir los contornos de las majestuosas montañas. Las olas parecen ir rodando gradualmente, preparándose para caer en cualquier barco que accidentalmente caiga en una tormenta de mar enojado.
A pesar del oleaje del mar, la naturaleza parece pacífica y tranquila.
Es imposible no prestar atención al velero, un punto brillante que destaca sobre la superficie del agua. Aquí las líneas de Lermontov sobre la vela solitaria, viajando a través del mar, vienen a la mente. La nave parecía perderse en las profundidades del mar, y las olas se deslizan sin piedad a lo largo de sus costados.
Pero en algún lugar de la distancia azul, donde el mar converge con el cielo e incluso la luz del sol es visible, hay una esperanza para el pequeño bote que el mar no lo traga en sus profundidades sin fondo. Y el velero en soledad orgullosa llega tranquilamente a la orilla.
¡Qué poder de los colores usó Aivazovsky para transmitir el cambiante estado de ánimo del mar! Las ondas poderosas en su azul cristalino adquieren un tono azul-negro de las montañas, donde para los barcos se encuentra la terrible amenaza de ser aplastado contra las rocas. Y, sin embargo, las tormentas no tienen que esperar, porque en el horizonte, la limpieza ya es notable.
Dicha riqueza de colores, que mostró la belleza del paisaje marino, hace que el espectador sienta que cada detalle de la imagen es una vida separada, una parte integral de la composición general. IK Aivazovsky nos ayuda a sentir y apreciar la belleza marina en toda su naturaleza cambiante.