¡Cuántas caras tiene la naturaleza rusa! Cada temporada es única, hermosa a su manera. El cambio de estaciones siempre ha traído inspiración constante para poetas y artistas. En sus obras glorificaron el murmullo de los arroyos de primavera, las pinturas de un verano caluroso, el invierno blanco como la nieve y, por supuesto, el otoño carmesí.
Además, encuentran y abren en él aquellas fiestas que, para nosotros a primera vista, son invisibles. Para una persona creativa, el otoño no es charcos y aguanieve en absoluto. Estos son árboles que cambian su atuendo a hojas coloridas, este es su crujir bajo sus pies y el aroma especial del verano que pasa.
En esta imagen vemos un pequeño río, que refleja los árboles de pie en la orilla. La superficie del agua nos permite admirar, como en un espejo, las hojas doradas. Cada día caen más y más, recordando una alfombra multicolor y prefigurando el inevitable cambio de estaciones.
Podemos admirar esta alfombra en la orilla. Es muy inusual, porque fue creada por la madre naturaleza.
Shishkin aplicó, en mi opinión, una técnica muy apropiada, usando colores brillantes. Le dan color al cuadro, solemnidad. El artista describe la transición del verano al otoño, pero la hace muy sutil y talentosa. Solo los tonos oscuros de los colores, que el autor usó cuando describía el agua, recuerdan que los tiempos cálidos están detrás.
Sin embargo, esto no arruina la impresión de la imagen, sino que, por el contrario, es la decisión correcta.
Shishkin pintó la costa también en diferentes tonos. Una sombra cae sobre el lado izquierdo. Aquí solo vemos hojas raras en los árboles. El lado derecho, por el contrario, está iluminado por la luz solar y sorprende con una variedad de paletas de colores: de dorado a púrpura.
En mi opinión, siempre es una pena decir adiós a los cálidos días de verano, pero no olvide que cada estación es hermosa a su manera.