En 1913, Lentulov escribió el panel “Moscú-Moscú”, que se convirtió en el pináculo de su primitivo hiperbolismo. Las concentraciones de colores como si atrajeran al espectador a sumergirse en este abismo palpitante, para que desde su interior puedan sentir la misteriosa energía de las iglesias y las paredes en movimiento. La famosa dinámica de color de Lentulov se refleja en esta imagen: el color no se desarrolla desde el centro hacia la periferia, sino desde un borde de la imagen hasta el otro.
Sin embargo, en los colores de “Moscú” no hay regocijo inherente a la obra anterior: el famoso cuadro “San Basilio”. Según el propio artista, tomó por el centro del panel el punto más alto de Moscú: el campanario de Ivanovo y colocó todos los edificios a su alrededor. Lentulov vio su idea en la representación de una ciudad desde el punto de vista de tres épocas: el siglo XV, el barroco y la era moderna.
Insatisfecho con las pinturas en llamas, Lentulov equipa el lienzo con láminas de oro y plata, lo que confirma una vez más su actitud hacia el lienzo como elemento decorativo.
La artista llamó a este estilo orneista de decorar sus obras, pero no encontró uso en las obras de otros maestros. El espectador vio por primera vez el panel “Moscú” en la exposición Bubnovaletskoy en 1914