Igualmente importante en el género para Paul Gauguin es el paisaje. Los paisajes creados por el artista se distinguen por su originalidad y originalidad. El paisaje “Montañas en Tahití” fue escrito por el postimpresionista Gauguin en 1893.
La pintura forma parte de los fondos de recaudación del Instituto de Bellas Artes de Minneapolis.
“Montañas en Tahití”: una imagen de paisaje llena de colores brillantes, aire ardiente y un sol abrasador. Una variedad de colores, su saturación permite que el lienzo pintoresco brille desde el interior.
A pesar de la abundancia de sombras, diversas formas naturales y contornos, el paisaje no está sobrecargado y conserva la sensación de ligereza y simplicidad de la vida.
La línea visual del lienzo está construida en combinaciones contrastantes de colores como amarillo, verde, azul y rojo. Las complejas combinaciones de estos colores y sus tonos le dan al paisaje originalidad y disimilitud con la mayoría de las otras obras de Paul Gauguin.
El paisaje de “Montañas en Tahití” se caracteriza por una atmósfera de paz y un ambiente de serenidad, que recuerda el estado de medio dormido, medio real. Aquí las relaciones espacio-tiempo se desarrollan de una manera especial. De lo contrario, hay un flujo de tiempo.
Es sin prisas, medido, sin prisas.
El artista logró crear una imagen poética de la naturaleza salvaje y misteriosa de Tahití. Esta naturaleza es hermosa y exótica y, a diferencia de las imágenes a las que estamos acostumbrados. Tiene más sol y color, curvas y líneas.
La imagen es un revoltijo no solo colorista, sino también un revoltijo de volúmenes y planos. Un sabor extraordinario le da al lienzo decoratividad y vivacidad.
Las montañas se ven separadas, aunque encajan en la composición general de la imagen. La imagen de las montañas sirve como un fondo de encuadre general, levemente ascendente, pero que no sobresale excesivamente y sin perturbar la unidad y la densidad del trazado.
La selección de flores y su disposición entre sí se asemeja al color abigarrado de algunas de las aves exóticas. De acuerdo con su plano pictórico, el paisaje resultó ser bastante tranquilo y pacífico, si no se tiene en cuenta la activa coloración picada del lienzo. El paisaje evoca experiencias igualmente impetuosas y vívidas, lo que hace que uno se sienta más abierto y disfrute de la diversidad de la vida y del mundo que lo rodea.
El paisaje se ve exactamente como una colección de brillantes plumas que brillan bajo el sol en un arco iris. Este paisaje es exactamente una sonrisa cálida, amable y amigable.