El milagro ocurrió durante una visita al refectorio del monasterio por los santos Hugo de Grenoble, cuando curó la cojera del niño, el sirviente del monasterio. La escena representada por el artista parece completamente impasible.
Nada revela la emoción de los monjes aquí presentes, congelados con digna anticipación en la mesa del monasterio. El predominio de las manchas blancas, doradas, grises y azules, penetradas por la luz clara, refuerza la impresión de la increíble integridad de la imagen.