Pintura “mensajero”. En el lienzo, el artista escribe una historia tan larga que ni siquiera conserva datos confiables sobre esos tiempos. Solo ecos del siglo IX, restos, pequeñas partículas se recogen en el “Cuento de años pasados”, que el futuro gran pintor estudió con diligencia.
En aquellos días, no hubo acuerdo sobre las tierras eslavas, ahora las redadas de los varangianos, ahora los choques internos. Y ahora, al enterarse de la próxima incursión, el mensajero se apresura al otro lado del río con un mensaje alarmante: “la familia se ha rebelado”. La arquitectura, las creencias y toda la atmósfera de esa época se detallan en el lienzo.
En la colina se alza un antiguo asentamiento ruso, una empalizada alrededor de él colgaba con cráneos de caballos, una vieja costumbre de proteger contra la infelicidad. El panorama es nocturno, silencioso, dos personas en el bote también son calladas y reflexivas: en su vida, la profecía cristiana sobre las guerras se hace realidad, solo queda para seguir obedientemente el camino previsto. La luna creciente de la luna se asoma desde detrás de una colina e ilumina el vecindario.
La gente de esos siglos son figuras cautelosas, una espada en la cadera. Se deslizan en la parte inferior, tallada en madera. En la imagen, los detalles arqueográficos exactos se encadenan en el hilo de la vida más auténtica.
Curiosamente, esta imagen fue un trabajo de tesis de Nicholas Roerich. Ella atrajo la atención y P. Tretyakov lo compró para su galería.