Las pinturas de Maysys sobre un tema religioso fueron muy valoradas durante la vida del artista. Lo más probable es que las imágenes líricas, no desprovistas de cierta parte de sentimentalismo, atrajeran a sus contemporáneos.
El impulso conmovedor con el que el pequeño Cristo abraza a la madre, aferrándose a su mejilla, nos hace recordar involuntariamente la imagen de la Madre de Dios, que es ampliamente venerada en la tradición ortodoxa. El tema de la caricia del niño, las alegrías de la maternidad y, al mismo tiempo, el dolor oculto que anticipa sus futuros tormentos de la cruz, es uno de los más importantes para la percepción del mundo cristiano. Además, en esta fotografía se revela todo el talento de Maysys.
El rico color, construido en combinaciones matizadas de tonos cálidos y ocres con tonos plateados y azules, complementa efectivamente la estructura emocional y lírica de la obra.