La coronación de la Virgen María es un tema popular en el arte del Renacimiento temprano. La leyenda final de la Vida de la Virgen María dice: María, quien ascendió al cielo, fue entronizada por Dios el Padre y su Hijo y coronada como la Reina celestial. Esta trama constituye la escena final y culminante en el ciclo narrativo de la vida de la Virgen María, cuando sigue la muerte de la Virgen María y su aceptación en el cielo.
La trama se encuentra en pinturas creadas específicamente para los altares de iglesias dedicadas a la Virgen María o pertenecientes a las órdenes monásticas, disfrutando de su patrocinio. Su forma más común es la Virgen María, sentada junto a Cristo, que se pone una corona en la cabeza. Otra opción: la Virgen María se arrodilla ante Cristo.
O ella recibe una corona de Dios el Padre o de la Trinidad.
Diseñado para la abadía en Monteoliveto Maggiore, este altar grande y de múltiples figuras es la creación más ambiciosa y compleja de Francesco di Giorgio. La escena central con Cristo, que corona a María en el podio, apoyada por los ángeles, está rodeada por unos cuarenta personajes, dotada de una interpretación gráfica nítida, con características individuales. Sobre todo, en una perspectiva compleja, aparece una imagen giratoria de Dios Padre.