Con los años, la pequeña Julie, la heroína de muchas fotos de su madre, se ha convertido en una chica atractiva. Cuando muchos familiares del artista se fueron para siempre, la hija se convirtió en su única alegría y amiga íntima.
En el trabajo sobre la pintura “Julie Manet y su galgo Laertes”, Berthe Morisot logra transmitir la postura natural de la hija. Julie está sentada en el sofá, cuya tapicería en colores es similar al color de la piel del perro, un regalo para Mallarme. La pintura se aplica tan finamente que en varios lugares se puede ver la imprimación.
Debido a esto, los objetos se vuelven casi transparentes, además, parece que se elevan en el aire, como un sillón azul claro ubicado junto a Julie. A través de toda la composición, parece que pasa una vibración sutil resultante del movimiento constante y muy dinámico del pincel.