En la década de 1990, Arkhipov pintó principalmente al aire libre, condujo a sus héroes desde pequeños talleres y salas tapados hasta las grandes extensiones del Volga, a las plazas abiertas y iluminadas por el sol, a las cenizas del césped y a las carreteras. La alegría de la primavera emana del lienzo “El hielo ha pasado”. El río se libera del hielo, rompiendo las cadenas del invierno.
En esta celebración de la naturaleza despierta, vinieron a ver a los habitantes de los pueblos de los alrededores: ancianos, mujeres, niños. Los primeros rayos del sol inundan todo a su alrededor. La gente en las obras del artista está inextricablemente unida a la naturaleza.
Sus pensamientos y sentimientos se reflejan, por así decirlo, a través del paisaje, en el cual, como en los versos épicos rusos, las canciones populares, hay una amplitud y un alcance épicos, la inocencia lírica y la poesía sutil.