En esta imagen de pequeño formato escrita en una tabla de cobre, hay una escena de Eneas escapando con su familia de Troya, capturada y ardiendo con fuego. En la oscuridad de la noche, iluminado por antorchas en manos de fugitivos que huyen, se pueden distinguir los contornos de una fortaleza, templos y un caballo de madera de los griegos.
El sorprendente efecto dramático se logra con parpadeo, destellos de luz perturbadora en la oscuridad impenetrable negra que ha envuelto la tierra. La peculiaridad de los paisajes de Elsheimer es la ilusión de la enorme extensión del espacio, que surge de una comparación cercana de los planos cercanos y lejanos. Así, captura con su grandeza el cielo repleto de estrellas con un cometa volador, reflejado en la superficie del río, sin fin, sin fondo, extendido sobre la tierra dormida, sobre un pequeño grupo de personas que se calientan junto al fuego en la orilla.
Un acogedor y apacible fuego que brilla en la oscuridad y el brillo frío de las estrellas en el cielo se comparan y sienten en su belleza especial, grande y pequeña, finita y eterna. Gracias al claroscuro, Elsheimer logra una rara unidad pictórica y un humor poético en sus obras.