En el fresco, ubicado en el arco de una pequeña habitación cuadrada, Mantegna, por primera vez en el arte de Europa occidental, creó la ilusión de espacio que se eleva hacia el cielo. El agujero está rodeado por un parapeto, alrededor del cual se representan ángeles que miran hacia abajo, personas y animales. Esta es una composición audaz, donde las figuras se representan en una perspectiva inusual.
El mural fue un modelo para las siguientes generaciones de artistas, especialmente el barroco.