Nadie le pidió esta imagen al artista, la escribió para su propio placer. Ella retrató la Roma, un festival popular en honor a San Isidro, el santo patrón de la capital.
Las alegres festividades en el prado del monasterio de San Isidro fueron el entretenimiento favorito de los madrileños; y él, Francisco, con motivo de la última resolución exitosa de la carga de su José, organizó una fiesta para trescientas personas en el prado frente al templo; Los invitados, de acuerdo con la costumbre, escucharon la misa y se trataron de pavo.
La imagen de tales festivales ha atraído durante mucho tiempo a los artistas madrileños. Roma fue escrita por el propio Goya hace diez años. Pero no fue una verdadera diversión festiva, sino la alegría de caballeros y damas enmascaradas; ahora mostraba la alegría espontánea y desenfrenada de su y su Madrid.