En una historia cristiana común – el martirio de San.. Sebastian Ribera elige un momento raramente representado: la salvación del mártir de San. Irina, quien recogió su cuerpo y lavó las heridas infligidas por las flechas de los arqueros romanos.
El cuadro fue pintado por un joven Ribera en Nápoles, donde vivió hasta el final de su vida.
El tema del gran contenido trágico ya es evidente en esta obra temprana del artista, que fue influenciado por Caravaggio. Con toda la espectacular plasticidad de la composición en la imagen no hay ostentoso, enfatizado el sufrimiento, todo es natural y simple en ello.
Lo impresionante de la composición se logra mediante un fuerte contraste entre el cuerpo iluminado de Sebastian y la cara de St. Irina y la oscuridad tenebrosa del fondo. La plasticidad expresiva del cuerpo y lo pesado, como si estuviera tallada en tela de mármol, se ve reforzada por la moderación del color áspero y la ausencia de detalles menores.