En la acuarela “Cuento de hadas de primavera”, el brillo del cielo, el reflejo de las nubes en el agua, todo fuma, flota con una fina neblina de color, se mezcla con todo, la embriagadora luminosidad de la “mañana del año” y el recuerdo de todos sus antiguos manantiales.
Los ríos que cobraron vida eran misteriosamente hermosos: sombras púrpuras de la costa, reflejos de espejo. Mañana alegre. Juegos juveniles. Dos novias jóvenes atrapan polillas. El tercero recoge un ramo y rasga los pétalos.
Vestido brillante, como pétalos de flores de primavera.
Un grupo de abedules llorones con ramas largas y transparentes… El viejo busto de Horace, un amigo de los bosques líricos, mira la distancia pensativamente. Y la distancia, la orilla del parque y el cielo con nubes primaverales reflejadas en el río. La trama ingenua y simple está escrita de tal manera que la naturaleza de la primavera es como incorpórea.
Sigue siendo una visión de la primavera, sus fantasmas brillantes, su “espíritu” – arrastrando vapor blanquecino sobre el agua azul.