En 1968, Ken Kelly terminó un servicio de cuatro años en los marines y regresó a su hogar en Nueva York. Y una vez más se sumergió en el reino mágico del arte de fantasía. Un año más tarde, Ken decidió ir al estudio de Frank Frazetta y mostrarle algunos de sus dibujos.
A Frazetta le gustó el trabajo de Ken y él apoyó la intención de los jóvenes talentos de continuar su carrera en el arte aplicado. Frazetta también sugirió que Ken Kelly se involucrara en su estudio bajo su supervisión directa. Ken con mucho gusto aceptó la oferta de Frank.
Bajo la guía de un maestro de la pintura de fantasía, Ken perfeccionó sus habilidades y mejoró como artista de fantasía. Frazetta le enseñó a Ken cómo transformar sus sentimientos en una pintura, cómo mover la trama que se había formado en la imaginación al lienzo. Las palabras del maestro se hundieron profundamente en el corazón de Ken Kelly y las llevó a lo largo de toda su vida porque para una persona creativa, el fuego del alma es mucho más importante que el dominio del frío.
En la pintura de “Conan y el monstruo” de Ken Kelly, el guerrero valiente derrota al monstruo y salva a la indefensa niña de la muerte inevitable. El legendario Conan aparece nuevamente ante nosotros como un héroe intrépido ante cualquier peligro. Monstruo tuerto que fácilmente destruye columnas de piedra, morirá a manos del invencible Conan Barbara.