La increíble encarnación de la batalla que se ha hundido durante siglos: la “batalla de Anghiari” del brillante da Vinci, desafortunadamente, se ha perdido para siempre en el arte. Hoy solo podemos consolarnos con una copia del cartón preparado para este fresco, que hizo Rubens, pero también da una idea clara de la magnificencia del fresco. Fue el proyecto más ambicioso del gran artista: se suponía que el fresco final superaría a la Última Cena en tamaño.
La orden provino del Gonfaloniere Soderini, quien invitó a Leonardo y Michelangelo a decorar la sala principal de su palacio; a cada artista se le asignó una pared. Da Vinci recordó la batalla de 1440 entre las tropas florentinas y milanesas, y concibió este proyecto a gran escala, un boceto para el cual ya se había declarado el mayor logro de la pintura. La innovación estaba en todo: en la representación de los actores, en la composición y en la tecnología.
Todavía no está claro si Leonardo terminó su trabajo, pero las búsquedas activas de un fresco único se llevaron a cabo durante siglos, y alcanzaron su apogeo en la década de 2000, cuando el historiador de arte italiano Seracini descubrió una cavidad en la pared de la sala de Soderini, que representa el fresco de Vasari. La búsqueda de 2012 no dio respuestas claras, y las autoridades italianas les prohibieron continuar, para proteger el fresco de Vasari.