Una de las pinturas más polémicas y menos valoradas del gran maestro. Sólo a primera vista, la imagen parece simple, incluso aburrida. Vale la pena mirarlo con cuidado y gradualmente comienza a revelar la idea del autor, sus pensamientos.
Apenas vaga un delgado caballo tirado en un pesado carro.
Lo más inexplicable en la imagen es la cámara lenta perceptible que el autor logró transmitir. La mujer en el carro está pensativa, triste. Esta consideración llena todo el trabajo con un ambiente único.
Un medio tacaño y modesto, un conjunto mínimo de colores le cuesta al maestro. A pesar de esto, la contemplación del paisaje otoñal en el contexto de la obra, empuja al espectador a pensar sobre la transitoriedad de la vida, sobre las dificultades y los tiempos difíciles.
El camino en sí, lleno de irregularidades y piedras, se llena repentinamente de significado simbólico. El tiempo se está desacelerando. La obra fascina al espectador, revela el verdadero talento del autor, su brillante idea.