Frida Kahlo nació en 1907 en México. Ella vivió una vida difícil, pero las pruebas que cayeron en su parte no rompieron su visión positiva de la vida, sino que llenaron su trabajo con un sentido de autoestima y sed de vida.
En sus pinturas, en su mayoría autorretratos, Frida Kahlo transmite magistralmente sus sentimientos: dolor, pérdida, inutilidad del esfuerzo humano frente a la roca. Al mismo tiempo, en sus obras se puede ver la influencia tanto del arte tradicional mexicano como del europeo.
En su juventud, Frida tuvo un accidente automovilístico y, posteriormente, no podía caminar, por lo que pintó cuadros acostados. Este evento le dio un vuelco a su vida y, en uno de sus autorretratos, Frida no sonríe y no se da cuenta de que está experimentando emociones positivas. Casi acumula cejas, bigote en el labio superior, cabello largo y negro atado o suelto en los hombros, cuello abierto: así se ve en casi todos los autorretratos.
En los autorretratos de Frida Kahlo, uno puede sentir la fuerza interior, que toda su vida la ayudó a ponerse de pie y no a romper. Sus hombros están estirados, su mirada orgullosa, su espalda recta: todo esto demuestra que, sin miedo, se enfrenta al destino en la cara, soportando todas las pruebas que le han tocado. La mayoría de las veces, Frida utilizó una gama gris y oscura que enfatiza el estado de ánimo de los retratos, la tristeza, la tristeza y la humildad de sus heroínas.
¿Quién puede decir ahora lo que está triste por sus retratos? ¿Sobre la imposibilidad de ser madre después de ese accidente, sobre la soledad espiritual? De hecho, a pesar de los muchos admiradores de su talento y un compañero de vida constante, nadie podía entender realmente a la gran Frida, que nos mira con sus ojos penetrantes desde sus autorretratos.