
En la década de 1670, la imagen de la Virgen María en la obra de Murillo pierde calidez, se convierte en “generalizada-teológica”.
La artista ahora muestra a la Madre de Dios, no como antes: una mujer joven con una tristeza oculta en sus ojos, el Niño Divino está temblando temblorosamente en su pecho, pero por una deidad abstracta. Si el maestro solía seguir el camino de la concretización de la imagen de la Virgen, ahora, por el contrario, busca generalizarlo, como si quisiera sacar a la Virgen María de las “esferas” terrenales. Él la levanta sobre un pedestal, desde el punto en el que aparece ante el espectador como una persona distante y, en esencia, indiferente a sus tristezas terrenales y alegrías de poder. Las excepciones de la serie de “indiferentes Madonn” son, quizás, solo “Madonna-Gypsy” y esta es la “Ascensión de la Virgen María”, donde Murillo regresa a su estilo anterior.
En la última obra, la Madre de Dios, mostrada por el pintor en el momento de ascender a la luz sobrenatural, nos aparece nuevamente en la forma de una niña con una expresión ingenua y confiada de un rostro casi infantil. Credulidad – y en las manos abiertas de la Virgen María. El suave resplandor que la envuelve le da a su imagen aún más calidez y expresividad.
Nacimiento de Nuestra Señora – Bartolome Esteban Murillo
María Magdalena – Bartolome Esteban Murillo
Inmaculada Concepción (Walpole) – Bartolome Esteban Murillo
Introducción de la Virgen María al Templo – Bartolomeo Esteban Murillo
Madonna y el niño – Bartolomé-Esteban Murillo
Madonna con el rosario – Bartolome Esteban Murillo
Escape a Egipto – Bartolome Esteban Murillo
Chico con un perro – Bartolome Esteban Murillo