Creatividad Jacopo Bassano continúa la tradición de la dirección de la pintura veneciana, que está marcada por el aumento de la festividad. Esta línea fue desarrollada por Gentile Bellini, Vittore Carpaccio, Titian y Paolo Veronese.
En esta imagen, que el artista escribió en colaboración con su hijo Leandro, la trama misma ayudó a crear una letra brillante, de múltiples voces y al mismo tiempo lírica en espíritu. Casi todo su primer plano está ocupado por los lobos, quienes, con “multitudes ruidosas” sobre caballos, burros y camellos, vinieron de países lejanos para inclinarse ante el Salvador nacido.
El bebé se sienta en el regazo de María, detrás se encuentra San José y, frente a ellos, personas exquisitamente vestidas desmantelan los regalos traídos para llevarlos a Cristo. Toda la imagen está impregnada del gran espíritu que los huéspedes suelen llevar consigo.
Los colores jugosos y profundos, jugando con multitud de colores, crean un color sorprendente característico de la pintura veneciana. Bassano, a quien le encantaba llenar sus lienzos con detalles cotidianos, colocó aquí un plato de plata, una jarra dorada, un cofre medio abierto que pasa por alto a un perro, que yace al lado de uno de los coros de los Reyes Magos, parado a los pies de la canasta de pañales de Nuestra Señora.
El artista describió cuidadosamente todo lo que creaba un sentido de la realidad de lo que estaba sucediendo, por ejemplo, el establo en el que nació Jesús. Pero el maestro también experimentó un anhelo por la magia, cuya sensación se fortaleció en todos los aspectos de su trabajo: el paisaje que era iridiscente con maravillosos colores se extendía en la distancia, y la estrella de Belén que señala el camino de los magos brilla sobre todos.