Un papel importante en la imagen de Nesterov M. V. es el paisaje, que es bastante emotivo, y corresponde al estado de ánimo de los personajes. En el fondo vemos un pálido cielo blanco-amarillo. El color principal de la imagen es amarillo, por lo que podemos suponer que es a principios de otoño.
En la distancia, se representa una iglesia de madera, cuyas dos cúpulas azules parecen acianos que crecen en un prado verde. Detrás de ella se puede ver un pequeño pueblo, y más allá del pueblo, un espacio infinito. Hay huertos cerca de la iglesia. Los cultivos verde oscuro de alguna manera recuerdan a la col.
Los bosques gruesos se representan en los lados, como si enmarcaran la imagen, dándole profundidad. A la izquierda fluye un pequeño río por curvas.
En el primer plano, el autor retrató a los jóvenes de Bartolomé y el Viejo. El niño mira al hegumen con admiración y gran atención. Chico delgado visible: rostro demacrado, moretones bajo sus ojos. Su cabello rubio claro se mezcla armoniosamente con las flores de los árboles y los campos. El niño cruzó en oración los brazos delgados y delgados.
Su espalda y rodillas están ligeramente flexionadas, como si intentara inclinarse ante el anciano. El niño tiene ropa sencilla campesina de color blanco. El autor quería mostrar la pureza del alma de los niños.
Antes de que el muchacho es un hombre viejo. La capucha oculta su rostro, así como toda la cabeza, solo una parte de la barba gris del anciano es visible. Ella dice que delante del niño hay un viejo sabio. Hay un nimbo alrededor de su cabeza, que casi se disuelve en el color amarillo de los árboles.
En manos de un anciano sostiene un ataúd con prosfora. Lleva una capa negra y una capa con cruces rojas.
El paisaje en la imagen es realista, pero el motivo de fabulosidad se puede ver en las figuras representadas. El producto provoca una sensación de tristeza y tranquilidad. El autor mostró la pureza y belleza de la naturaleza rusa.