La pintura “Vírgenes” se refiere al último período de la obra de Klimt, cuando el artista comenzó a abandonar su propio estilo decorativo elaborado. En el lienzo de 1913, esta transición ya es notable: Klimt eligió un fondo oscuro para la imagen y se acercó a la paleta de colores utilizados. Comparando con sus trabajos anteriores, llenos de vida y pasión, se puede observar que de las “Vírgenes” respira, no la felicidad, sino la calma.
Una imagen estática, a primera vista, nos cuenta una historia completa: una niña se convierte en mujer. El pintor describe este proceso a través del sueño de una joven rodeada de mujeres semidesnudas, como por imágenes de su sueño.
Pueden ver el reflejo de la heroína anterior de Klimt, la femme fatale de las pinturas “Judith” o “Danae”; sin embargo, ahora inclinadas y rechazadas en el olvido, las mujeres se ven pacificadas y conmovedoras. Esto también se confirma por el contraste utilizado deliberadamente entre las caras suavemente descargadas de las mujeres y el tejido grueso de las cubiertas que cubren sus cuerpos.
Figuras femeninas, tejidas en una cama giratoria que parecía caer en el abismo, “coronadas” como la figura de una niña tendida, pero se ve feliz y tranquila. No es por nada que Klimt nuevamente usa espirales, un símbolo de infinito e inmortalidad. Una mujer para él es la fuente de la vida eterna, que la niña representada en la imagen aún no es consciente de sí misma.