Con el paso de los años, en el momento del florecimiento creativo, en las duras imágenes de Ribera, la moderación y la gran sutileza en la transferencia de sentimientos están creciendo y, al mismo tiempo, el artista recurre a escenas llenas de humor lírico y brillante.
Las pinturas se enriquecen con los logros de la pintura tonal, la transmisión de la luz y el ambiente de aire, el desbordamiento de tonos de color exquisitos. Entre las sublimes obras religiosas de Ribera figura la Trinidad. Utilizó el grabado de A. Durer, en el que Dios Padre, ensombrecido por el Espíritu Santo, encarnado en la forma visible de una paloma volando, se sienta en el trono celestial y sostiene el cuerpo sin vida de Cristo sobre sus rodillas.
Ribera decidió la composición tradicional en formas exquisitas, inspiradas.
La frágil belleza del cuerpo de Cristo que cae, cuyos brazos se extienden como las alas de un pájaro muerto, está lejos de los cánones clásicos. La impresión de fragilidad y fragilidad se enfrenta a la sabiduría divina de Dios Padre, su ternura tranquila e ilimitada. La limpieza de la pintura realizada en los últimos años ha revelado sus altos méritos pictóricos.