Esta foto es una de las últimas grandes obras de Rembrandt. El triste lienzo ilustra la dolorosa muerte de Lucrecia, que condujo al levantamiento y al desarrollo posterior de la República Romana, y demuestra la obra del autor con luz y luz, dando el realismo tridimensional del personaje principal. Tal manera de crear iluminación, por supuesto, tomada de Caravaggio y sus seguidores.
Los ojos expresivos y las expresiones faciales de la virtud de Lucrecia dan fuerza emocional a la imagen. Psicológicamente tenso, el “suicidio de Lucrecia” justifica plenamente el estatus de Rembrandt como uno de los mejores realistas holandeses.
La tragedia de Lucrecia, la esposa ejemplar de Lucio Tarquinio Collatina, comenzó cuando la mujer entró en contacto con el hijo de Tarquinio Orgulloso, cruel rey etrusco de Roma. Sexto Tarquinius, amenazando con armas y represalias contra la familia de Lucrecia, deshonró a los desafortunados, porque estaba asustada por la muerte de sus seres queridos, escándalos y vergüenza al hacer todo lo que el hijo de un rey quería. Pero luego, ella cuenta lo que le sucedió a su esposo y padre, después de lo cual, habiendo recibido su juramento de venganza, Lucrecia se suicidó.
Según el libro de la historia de Libia en Roma, después del suicidio de una mujer, la monarquía fue derrocada.
Con el fin de centrar la atención del espectador exclusivamente en los aspectos psicológicos, Rembrandt priva a la composición de cualquier detalle y factor de distracción. Además, a diferencia de la mayoría de las pinturas sobre este tema, en las que Lucrecio se representa desnudo, lo que dio un toque erótico a las obras, Rembrandt “viste” a la heroína con ricas vestimentas nobles. El fondo oscuro y profundo da un estado de ánimo oscuro y más expresividad a la posición dramática.
Para calmarse, Lucrece agarra la cuerda de la cortina, una imagen simbólica del final de su vida. En el momento capturado en la imagen, la heroína ya se ha perforado y sacó una daga, la sangre comienza a filtrarse a través de su vestido. La línea que extiende la daga, las cadenas, las cuerdas y los pliegues de la ropa se intersecan en el sitio de la herida mortal.
Sus ojos oscuros están llenos de tristeza, y su rostro pálido indica la muerte que se aproxima.
La pose de Lucrecia y su expresión facial recuerdan sorprendentemente la obra “David con la cabeza de Goliat”, de Caravaggio. Es posible que Rembrand viera el original o una copia de este trabajo, lo que lo inspiró a crear un lienzo tan sombrío.