En los años 1868-1869, Claude Monet se dedicó a escribir el cuadro “Cuarenta”, que destaca por su tranquilidad. El trabajo parece bastante simple, muestra un paisaje rural de invierno, nieve, una cerca frágil y una pequeña urraca sentada en un ventanillo débil. Si examinas cuidadosamente el lienzo, está claro que el artista impuso grandes movimientos volumétricos, pero esto no hace que la trama de la imagen sea borrosa, sino que le da encanto, lo que obliga al espectador a mirar cada detalle.
La mayoría de las pinturas están realizadas en blanco, lo que no es sorprendente para el paisaje invernal. Pero Monet crea un color blanco que no se puede ver en ningún otro existente en el mundo de las pinturas, porque fue un maestro en mezclar colores y seleccionar tonos. Las nevadas en la imagen jugaron el papel de otro lienzo para el artista, en el que describió las sombras que caen, que por su aspecto hacen que la imagen sea más fría, recordando la temporada.
La imagen parece ser aireada, los colores se transforman suavemente entre sí, esto es fascinante. El artista usa tonos claros y discretos, pero todos tienen un brillo misterioso. Este lienzo puede considerarse como una ilustración del poema de A. S. Pushkin “Winter Morning”.
Crear un paisaje de invierno no es una cosa fácil, pero Claude Monet se inspiró en las obras de Pierre-Auguste Renoir. Lo impulsa un gran deseo de compartir sus impresiones y su amor por la naturaleza con el público. Incluso antes de la creación de este lienzo, otro conocido artista francés, Gustave Courbet, cuyas pinturas son más dinámicas y ricas en detalles, estaba creando paisajes de invierno igualmente magníficos.
Monet decide desviarse un poco del estilo de Courbet y representa solo un pequeño pájaro en la imagen, que más tarde llamó “nota solitaria”.
Este lienzo no fue aceptado por la sociedad en ese momento, los críticos lo consideraron demasiado simple y aburrido, porque la imagen es demasiado monótona. Los conocedores de esa época no estaban preparados para tal transición, porque estaban acostumbrados a ver imágenes brillantes y vívidas, y Monet les “deslizó” su paisaje tranquilo. Solo después de muchos años, la imagen fue correctamente apreciada y colocada en un museo.