El genio de la pluma del maestro Vasily Perov no solo estaba en la posesión de filigrana del poder del color, la línea y otros medios de expresión artística, sino también en la búsqueda de escenas no triviales con una composición verificada y contenido profundo. Sus pinturas son un espejo de la realidad, del cual Perov notó y notó sin piedad todos los defectos.
“Sermón en el pueblo” apareció en el mismo año 1861, cuando se abolió la servidumbre. La composición de la imagen es multifacética y compleja. El espectador parece estar observándola a escondidas, desde algún tipo de refugio; el arco en la parte superior de la imagen crea esa impresión.
Ante nosotros abre una parte de la iglesia, donde el pop rural encabeza su sermón. Una mano se levanta, la otra apunta al maestro durmiente. A pesar de los discursos en voz alta, es fácil ver que preocupan poco a los presentes. La pareja en el primer plano está ocupada consigo misma: el joven coquetea con su protegido, con un pequeño libro de oraciones en la mano.
Detrás de los amantes, el comerciante está tratando de vender la alfombra, discutiéndola con una anciana con un pañuelo en la cabeza. Los campesinos están a la izquierda del predicador: uno de ellos se rasca la cabeza, el otro mira hacia el futuro con una mirada que no ve, sus pensamientos están lejos de aquí. Es difícil imaginar lo que están pensando, tal vez sobre una parte difícil, y tal vez sobre cómo distribuir el trabajo, en cualquier caso, no están interesados en predicar.
Entre toda esta multitud, solo una persona escucha atentamente al sacerdote, una niña con un vestido azul sucio. Su cara blanca se vuelve hacia el predicador, y sus ojos están bien abiertos: capta cada palabra. Entre la multitud abigarrada, el sacerdote encontró un solo oyente.
La imagen de Vasily Perov puede considerarse una ilustración elocuente de la incredulidad y la ignorancia humanas, y tal vez incluso la fatiga de la injusticia y la vida dura.
El lienzo terminado de orientación social atrajo instantáneamente la atención y el interés del público. Además, se convirtió en un “boleto” en el extranjero para Perov, donde era posible estudiar arte europeo y mejorar sus habilidades. Para la pintura “Sermón en la aldea”, el pintor recibió una gran medalla de oro y una beca, lo que hizo posible ir al extranjero, lo que tendría un impacto significativo en la obra del artista en el futuro.