Uno de una serie de retratos de los apóstoles, escritos a principios de los años sesenta. A diferencia de otros retratos de una sola figura, aquí detrás del apóstol hay un ángel que inspira a Mateo a escribir el Evangelio. El ángel recuerda mucho a Tito, lo que bien podría ser un modelo para él, pero el apóstol claramente no es Rembrandt en apariencia.
Además del significado religioso, la imagen transmite notablemente el contraste entre la juventud y la vejez, aunque los roles son opuestos en el diseño. Un joven angelical, tranquilo, confiado, consuela a Matthew, poniendo su mano en el hombro del anciano. San Mateo está perdido en sus pensamientos, su mano con las venas hinchadas tira de su barba.
El libro no es una reproducción exacta de un manuscrito antiguo, sin embargo, fue escrito de una manera magistral.