“El viejo genio” I. Pavlov – fisiólogo, académico, pensador. Rápido, temperamental, infectó a todos con su energía, presión interna. Entusiasmo joven, un torbellino de palabras y gestos: esta fue la primera vez que Nesterov lo vio y logró mostrar su alma joven, la ebullición de la vida en él, la pasión del experimentador, el científico, el luchador.
En la terraza acristalada, en la mesa, este “anciano maravilloso” está sentado, apretando fuertemente los puños estirados hacia adelante y colocándolos en un pedazo de papel con una tabla, como si le demostrara algo a un interlocutor invisible. Fuera de la ventana están las casas estándar de Koltushi, una ciudad científica creada por un gran científico, y detrás de ellas hay campos de otoño, una franja de bosque en el horizonte y un cielo cubierto de nubes.
Todo en este retrato, a partir de lo más importante (la cabeza, la cara) y terminando con el fondo, los detalles de la situación, fue escrito por Nesterov con verdadera inspiración y verdadera juventud espiritual. Es difícil creer que el retratado tenga ochenta y cinco años, y el pintor de retratos tenga setenta y tres.