La pintura muestra a Vera Mukhina, una escultora soviética, autora de muchas obras famosas, incluido el famoso grupo “Trabajadora y Kolkhoz”, presentada en la exposición mundial en París en 1937. Vera Ignatievna hace las últimas incorporaciones al prototipo de la futura escultura.
En una mano sostiene un pequeño trozo de arcilla, y la otra aumenta el volumen de uno de los héroes. Aquí el acto de creatividad se captura directamente, el momento en que una verdadera obra de arte nace de una pieza de arcilla sin forma. El centro compositivo de la obra es un broche rojo brillante que sostiene el cuello de una blusa blanca.
La concentración del Fly Nesterov contrasta con el rápido dinamismo, el impulso desesperado que ella transmite en su creación. Debido a este contraste emocional, el “Retrato del escultor V. I. Mukhina” obtiene una expresividad especial, una vida interior activa, que revela la compleja naturaleza de la propia Vera Ignatyevna.