Un pequeño retrato de la campesina Torzhkovskaya Khristinyi, una nodriza de la familia Lvov, es interesante por su diseño. Khristinya es una mujer joven con una cara amistosa y un poco avergonzada. Su tierna sonrisa, su elegante postura y su elegante ropa crean una imagen llena de alegría festiva.
Al mismo tiempo, el espectador no deja un sentido de modestia y pureza espiritual del campesino.
Una actitud simpática, pero también algo idílica hacia la gente era característica de muchos en ese momento. Las personas iluminadas de finales del siglo XVIII miraron a los campesinos con interés, “no arruinados por el lujo”, viviendo en el mundo de los sentimientos simples, en contacto directo con la naturaleza.