El Greco fue capaz de saturar el arte del retrato con una enorme riqueza espiritual. Algunas obras del maestro van más allá de su estilo de retrato, pierden el estado de aislamiento psicológico, entran en contacto con el medio ambiente. Este tipo incluye el “Retrato del pintor” del Museo de Bellas Artes de Sevilla, que se considera el retrato de Jorge Manuel.
Es posible que algún otro maestro español sea capturado aquí. El Greco no estableció como meta transmitir en él ese estado de profundización propia o significado espiritual especial que distingue sus otras obras de retrato.
Crea una especie de imagen secular ceremonial de un joven pintor con los atributos de una profesión típica de él: un pincel largo, que sostiene con sus gráciles dedos, una paleta muy pequeña y estrecha con pinturas: negro, blanco, rojo y ocre.
La expresión de un rostro atractivo se caracteriza por la vivacidad inusual de los retratos de El Greco, los gestos por actividad, la presentación de la figura se plantea abiertamente. El carácter del retrato corresponde a una solución pictórica magistral, construida sobre una combinación espectacular de gris plateado, blanco y negro.