Nos llegaron ocho retratos, que con la suficiente confianza pueden llamarse obras de Jan van Eyck. Añadir a ellos. Algunas obras más de este género son cuestionables en este sentido. La primera evidencia atribuida es el “Retrato de un hombre joven”, que se remonta a 1432.
Las palabras misteriosas se leen en su marco: “Para la memoria”.
El cuadro fue pintado por el artista en 1432 en óleo sobre una pizarra. Esta es una imagen de medio cuerpo de una persona fea y tranquila, que mira al espacio, sin ninguna expresión definida. Sin embargo, la duración, la pureza, la consideración y la falta de fijación de este aspecto hacen que uno sienta que la persona que está siendo representada está llena de modestia y piedad, sinceramente abierta al mundo.
La opinión de Timothy establece una relación definida entre él y el mundo exterior. Él tiene una orientación dual; podemos decir que el mundo externo, al penetrar a través de los ojos de Timoteo, se traduce en una nueva cualidad: en la esfera interna del hombre. Y al mismo tiempo, como un rayo que ha caído en otro medio y es refractado por él, no pierde su naturaleza. La visión de Timoteo también afirma su participación en el universo y la presencia en él de una vida espiritual profunda.
No sabemos nada definitivo sobre ella, pero lo sentimos, y no es casualidad que los ojos de los retratos de van Eyck a menudo tengan un poco de misterio insoluble para el espectador.
La última imagen de la serie se refiere a 1439. Este es un retrato de la esposa del artista, Margaret. La inscripción en el marco dice que el modelo en este momento tenía 33 años.
Por cierto, este es el único retrato femenino de van Eyck que conocemos, que, sin embargo, no indica su misoginia, solo los otros retratos femeninos, que son señalados por varias fuentes, no han sobrevivido.
Composicionalmente, todos los retratos de van Eyck están construidos de la misma manera. El ejemplo más sorprendente de tal composición es el “Retrato del cardenal Niccolò Albergati”, ca. 1432. Van Eyck siempre escribió, un hombre en el cofre, con el rostro convertido en tres cuartos, en “sólido”. fondo