Robert Cheeseman fue una figura influyente en el condado de Middlesex, estuvo a cargo del entrenamiento militar y varias veces equipó tropas para las campañas militares del rey Enrique VIII.
Era el guardián del guardarropa del rey, pero esto no solo implicaba la responsabilidad de las vestiduras reales. Era un cuerpo administrativo, que recibió todas las facturas y gastos de la corte real y la corte real. Fue responsable de los gastos del negocio, mantenimiento de registros, etc.
En 1530, Robert Cheeseman fue miembro de la comisión para investigar la posesión del deshonrado cardenal Thomas Woolsey y fue miembro del gran jurado durante los interrogatorios de Sir Jeffrey y otros sospechosos.
De su padre, quien terminó una larga carrera como secretario judicial en la preparación de procesos y abogado en el Royal Bench, Robert Cheeseman heredó una fortuna en Kent y Middlesex. Independencia, que recibió como un rico heredero, Cheeseman fortaleció el matrimonio con la hija de Heinrich Dackers.
En el famoso retrato de Hans Holbein el Joven, Robert Cheeseman está representado con un halcón en la mano. Pero no hay evidencia documental de que él fuera un cetrero real. Lo más probable es que la cetrería fuera un pasatiempo, demostró apasionadamente su arte en el círculo de sus amigos caballeros.
Además, Robert Cheeseman insistió en retratarlo con un halcón en sus manos.
Refiriéndose al retrato de Robert Cheeseman. Ante nosotros está un aristócrata orgulloso y frío con manos elegantes y una mirada. Tiene una mirada penetrante en la distancia, donde busca presas y un suave gesto con la mano, con el que el cazador acaricia y calma al ave.
Los ojos del halcón están cerrados con una gorra especial: el ave no debe ver nada antes de que el cazador determine el propósito y la dirección del vuelo.
Hans Holbein el Joven demuestra un dominio virtuoso de la técnica de pintura. Estilo suave de la cara y sorprendente color plumaje de halcón. No hay detalles decorativos en la imagen. Un fondo azul oscuro con el nombre y la fecha de Robert Chizman brillando en oro.
Ni profundidad ni perspectiva. Pero esto no resta valor a los méritos artísticos de la imagen. Por el contrario, el retrato parece ser convexo, tridimensional, tridimensional y muy realista.