Un talentoso pintor I. Kramskoy y el filántropo P. Tretyakov se conocieron en 1869 y se hicieron amigos íntimos durante muchos años. El artista respetaba y, como nadie más, entendía a Tretyakov, a menudo se reunían en persona, tenían correspondencia y compartían sus opiniones sobre el desarrollo de la vida política y cultural del país. Tretyakov compró muchas obras de Kramskoy, incluyendo 12 retratos, especialmente creados para la galería nacional.
El retrato del coleccionista fue pintado por Kramsky en 1876, durante la enfermedad de Tretyakov. Las largas amistades, la comprensión y el respeto por la persona retratada ayudaron al artista a crear una de las imágenes más sentidas y líricas.
Como la mayoría de los trabajos de retratos de Kramsky, la imagen de Pavel Mikhailovich es un fracaso. En este caso, el artista tiene la oportunidad de prestar más atención a la elaboración de la persona retratada. Con gran dominio, Kramskoy trae al lienzo los rasgos faciales aristocráticos regulares del patrón, el equilibrio del personaje y la mirada tranquila de sus inteligentes ojos oscuros, destacando su frente como un “contenedor” de pensamiento.
Una persona que mira desde una imagen personifica la nobleza, la dignidad y la fuerza espiritual especial.
Kramsky pudo transmitir las cualidades más vívidas de la personalidad, gracias a las cuales el retrato resultó ser profundo e integral, destacando la inestimable contribución de Pavel Mikhailovich al apoyo y la preservación del arte ruso.