A comienzos del siglo XVIII, principios del siglo XIX, Borovikovsky recurrió a un nuevo tipo de retrato grupal de familia para él. Esto le permitió al artista incorporar nuevas cualidades en forma de un retrato lírico que descubrió.
Entre los más exitosos está el retrato de las hermanas Gagarins. Se introduce una acción de género en su composición. Dos chicas jóvenes, vestidas en casa, ocupadas tocando música.
El más joven toca la guitarra y mira la hoja de música que sostiene la hermana mayor.
Poses elegantes, ojos vivos, óvalos suaves de rostros jóvenes, juego sutil de tonos gris plateado, rosa violeta y azul, naturaleza amigable. La exquisita guitarra roja brillante no trae disonancia, sino que solo enfatiza las imágenes brillantes de las hermanas.
Aunque la idea de esta imagen es cercana a las ideas del sentimentalismo, que muestran el idilio de la vida hogareña y los sentimientos tiernos creados por la música, todavía tiene un elemento significativo de novedad: se basa en el motivo de la acción activa. Según él, los personajes de las chicas ya no están ocultos por la sombra de un vago ensueño: tienen más concreción y naturalidad.
Se utilizó hábilmente el formato de lienzo casi cuadrado, en el que dos figuras se organizan con éxito. El fondo del paisaje en la imagen asignó un pequeño papel. Pero los artículos para el hogar: ropa, guitarra, notas, ocupan casi la mitad de la superficie de la pintura. Lo nuevo también se manifiesta en la interpretación plástica en volumen de la forma: el artista usa una cara en blanco y negro contrastante que antes no lo es.
La coloración del retrato se basa en la oposición de tonos cercanos, sin el uso de reflejos.
Las combinaciones de gris con rosa, blanco perla todavía son suaves, algo expresadas por el color brillante de la guitarra. Estos cambios no tan significativos en la composición y el color cambian significativamente la imagen lírico-emocional que Borovikovsky encontró en la década anterior.