El retrato de Golovkin está considerado como uno de los primeros trabajos realizados por el artista a su regreso de Italia. El conde Gavrila Ivanovich Golovkin, vicerrector, asociado de Pedro I, se destacó especialmente en el campo diplomático debido a su peculiar destreza y astucia. La inscripción en la parte posterior del retrato informa con orgullo que “en la continuación de su cancillería, concluyó 72 tratados con varios gobiernos”.
Llama la atención la atención de Golovkin con una mirada inteligente y penetrante y un pliegue firme y decidido de labios; enmarcado en una peluca plateada, sobresale del espacio de fondo negro. Nikitin logró expresar en este retrato la imagen ideal de un estadista energético, un hombre de la edad de Peter. No hay pompa en su postura, pero hay un sentido de autoestima.
La majestuosa moderación de la pose, la cinta de San Andrés y la estrella, la Orden polaca del Águila Blanca en forma de cruz sobre un lazo azul añaden solemnidad e importancia.