La pintura representa a la virtuosa rusa bailarina de ballet Ida Rubinstein. Incluso antes de la famosa Isadora Duncan, introdujo elementos de erotismo en el ballet cuando bailó “Salome” y en el llamado. “Dance 7 Bedcovers” se quitó la ropa y permaneció desnuda. Después de esta declaración fue prohibida. La bailarina entró en la compañía S. Dyagileva, participó en las famosas “Estaciones Rusas” en París.
Allí se hizo famosa por interpretar el papel de Scherezade en el ballet del mismo nombre de Rimsky-Korsakov. En 1909, finalmente emigró de Rusia a Francia. Ella accedió a posar a Serov desnuda, la única de todas las damas seculares.
El artista mismo habló de ella con admiración: “Verla es una etapa en la vida, porque esta mujer nos brinda una oportunidad especial para juzgar cómo es el rostro de una persona…”. Toda la apariencia y el carácter del arte del modelo con un sentido sutil están plasmados en el retrato.
La composición de la imagen se divide horizontalmente en 2 partes: desde arriba – un fondo descolorido, desde abajo – una cubierta azul violeta. El cuerpo del bailarín es del mismo color que el fondo, se pierde en él. Esto de alguna manera aclara la flagrante violación de los cánones académicos tradicionales: una mujer tiene líneas de piernas, brazos y espalda anormalmente rectas.
Pero al mismo tiempo, con su sutileza, le dan a la naturaleza atractivo, gracia y encanto. Desde el exuberante peinado similar a un halo, la vista del espectador cambia a un trazo de pincel que marca la espalda y los omóplatos.
La sutileza de los tobillos y las muñecas está subrayada por una bufanda verde, que le da al retrato una cierta integridad y es percibida por el espectador como un ajuste. Un simple fondo liso enfatiza el encanto de la figura y crea un énfasis adicional en las joyas que adornan los dedos de sus manos y pies. El giro inusual de la cabeza y la complejidad de la postura nos recuerdan a las Madonas en los lienzos de los maestros del Alto Renacimiento.
Comenzando su carrera creativa como artista peredvizhnik, al final, Serov recurrió a la expresión de las tendencias modernistas. Esta imagen es reconocida como uno de los ejemplos sobresalientes de la modernidad rusa.