El genio de Goya fue un fenómeno único en el arte español de principios de los siglos 18 y 19, que elevó a la grandeza de tiempos pasados. La obra del artista pasó por el último período del rococó, llegando al umbral del realismo y abriéndose, en una gran variedad de temas.
En los retratos, casi un siglo prefigurando ideas románticas, el maestro español logró revelar la esencia psicológica de los personajes a través de la apariencia. Este lienzo, que representa a Pequeño Osorio, nacido en 1784, es uno de una serie de retratos en secciones encargados por el Conde de Altamira.
El niño, vestido con un traje rojo brillante, se coloca sobre un fondo monocromo, que enfatiza su figura. En manos de un niño, un cordón atado a la pata de una urraca, que, justificando su fama como “ladrones”, sostiene en su pico la tarjeta de visita del artista, que coloca su firma en la obra con un truco tan original.
Otros animales representados en la imagen representan un significado simbólico que indica cuán ilusoria es la frontera entre el mundo infantil ingenuo y las fuerzas del mal que lo esperan.