En 1910, Picasso con un entusiasmo sin precedentes crea varias obras en el nuevo, en realidad creado por él mismo la estética. Incansable en la búsqueda de modelos para retratos, el autor está interesado en este género en particular, en él se manifiesta de manera especialmente vívida e inusitada una nueva visión de un hombre y su mundo interior, el maestro lo persuade a posar para varios de sus dueños de galerías.
Canweiler entre ellos es el fanático más candente del talento del maestro. En un segundo, una mezcla bicolor de figuras geométricamente precisas comienza a formar un retrato. No es fácil para el espectador “sostener” la imagen en descomposición en componentes, y también construir una imagen real del modelo.
Pero después de unos minutos, todos están convencidos de que el hombre del retrato sonríe, que su postura le da algo de vergüenza, rigidez.
Increíblemente, el público comienza a “ver” una cabeza bien peinada, un traje exquisito y perfecto. El retrato revela gradualmente el carácter del héroe, las características de su visión del mundo interior. El trabajo se vendió a un coleccionista estadounidense y durante mucho tiempo solo complació a los amigos y socios comerciales del propietario.
Luego el trabajo entró en el Instituto de Arte de Chicago, como un regalo de un coleccionista.