Van Gogh pintó dos retratos de Arman, hijo de Roulin, de diecisiete años. Ambos se completaron en noviembre de 1888, pero no se planeó originalmente el tamaño del lienzo. Una muestra a un joven de perfil, vestido con un traje azul marino y un sombrero del mismo color; la otra, probablemente la primera versión, presenta a Arman Roulin con una chaqueta amarilla limón y un sombrero y chaleco azul a contraste.
Ambas pinturas tienen una composición muy simple, representan a un hombre joven sin detalles, decoraciones o paisajes adicionales, como en los retratos de los padres de Roulin u otros, donde los colores, el diseño o el vestuario son intentos de introducir un significado de varios niveles.
Cabe destacar que en ambas imágenes hay una expresión facial seria, casi sombría y triste. Estas características contrastan con el traje casi elegante de Arman, el elegante sombrero de ala y la corbata cuidadosamente elaborada.